Si no ponemos a hablar con las personas que nos rodean, con los niños, jóvenes y la gente mayor podemos ver claramente que ellos están en sus mentes leños de sueños, de historias que han pasado, con vivencias hermosas y otras no tanto, pero a la vez con enormes planes para su futuro.
La gente mayor, aquella que ya tiene una vida caminada con altos y bajos en el área espiritual, ya comienza a vislumbrar el final de su vida en esta tierra, pero recuerda las hermosas cosas que ha pasado, anhela día tras día proyectos grandes no tanto para ellos sino para su generación venidera.
En el primer capítulo del libro de 1 Samuel encontramos el relato de una mujer estéril, Ana. Una verdadera adoradora, sierva del corazón de Dios. Una mujer que vivía con su esposo, su amor hacia ella era muy grande a pesar de su inhabilidad de engendrar vida. Ana cada año iba delante del Señor y se presentaba con su mejor ofrenda; vemos en el relato bíblico que un día Ana llego delante del Señor con gran angustia y llorando desconsoladamente, quebró su corazón y comenzó a orar al Señor Todopoderoso por un milagro en su vida, ella quería concebir un niño.
Es interesante ver la petición, el voto que ella hace (1 Sam. 1:11) Señor Todopoderoso, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme, te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para su vida, y nunca se cortara el cabello. Me atrevo a tomar este voto, que Ana hizo, para mi vida. Lo que esta mujer valiente le pidió a Dios fue, Señor dame lo que mi corazón te pide y yo te prometo que este varón será el siervo que adore tu nombre por siempre.
Hoy vos podes decir: Señor Todopoderoso, si te dignas mirar el dolor de este tu siervo, si te acuerdas de mí y no me desamparas y me concedes los deseos de mi corazón, si abres puertas en medio de la nada, si esto que anhelo para mi vida, ese sueño, si me revelas cuales planes tienes preparado para mi vida, prometo adorarte, servirte y llevar a cabo los planes que tú tienes, estaré apartado solo para ti, solo tu serás mi guía, mi Señor.
Dios le concibió el privilegio de ser madre a Ana, ella pidió, Dios escucho, se acordó de su petición (v. 19b) y fue una mujer que trajo fruto delante del Padre. Si pensas que sos estéril, que no estás haciendo lo que Dios manda, que no estás dando fruto pero tu deseo es hacer la voluntad de Papá Dios, abre tu boca, genera tu petición y espera en Él.
Pon en acción la fe, el amor y la esperanza. No te desanimes, los débiles recobraran nuevas fuerza, serán levantados del polvo, sacados del basurero y sentado en medio de príncipes.
El Señor enaltecerá el poder del ungido, afirmara tus pies en lugares firmes.
Analia y Marcelo - Fuego Consumidor
Analia y Marcelo - Fuego Consumidor
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